Buenas gente, he aquí Detritus, el hombre que mantiene el interés de este blog mal nombrado (algo del estilo de El Sistema Dtritus estaría mejor, ¿no creéis?).
Como es habitual por estas fechas he recibido la visita de tres fantasmas, el fantasma de las navidades pasadas, el fantasma de las navidades presentes y el fantasma de las navidades futuras. Huelga decir que he matado a los tres y que he subido un par de niveles con ello, y ya de paso me han dado ideas para escribir este artículo largamente reclamado.
Cuando el PJ reciba 30 puntos de daño, morirá.
Pues sí, al igual que es importante descubrir aquello que te beneficia, tan importante es saber vender el singular punto de vista de cada uno. Normalmente los màsters tienen preparadas ciertas respuestas para joder la vida al buen munchkin.
- Eso no tiene sentido.
- Estás traicionando el espíritu de las reglas.
- Esa regla está mal, y tú lo sabes.
- Tío, estás desafiando las leyes de la física.
Con eso conseguiréis que la siguiente vez que retorzáis el reglamento el máster se lo piense antes de pararos los pies (pensará algo cómo… mejor le dejo hacer, y así seguimos de buen rollo). Antes de que te des cuenta tu palabra será tomada en consideración, y el juego se jugará tal y como tú deseas, que es de lo que se trata. El máster se habrá acostumbrado a seguirte la corriente, de hecho es posible que llegue a considerar que te conoces mejor el reglamento que él mismo (y en el fondo así debería ser), al final tu palabra será ley y con ello tú serás el juez y, como buen juez, prevaricarás. Prevaricarás a tu favor.
PREPÁRATE… ENTRENA… PREGUNTA…
Ser munchkin no es un estado. No hay un momento en que te despiertas y dices “soy un munchkin”. No, no va así la cosa chicos… Ser munchkin es una tarea continua, y para ella hay que prepararse.
No leas nada que no sea un manual. El conocimiento de múltiples reglamentos creará en tu mente una predisposición para el pensamiento abstracto y legalista que te irá muy bien interpretando futuros reglamentos. Las novelas y otras mariconadas ocupan un valioso espacio de tu cerebro que podría estar reservado para memorizar tablas de críticos de Rolemaster.
Sigue la moda. No te anquiloses en tu manual y reglamento favorito, tu máster puede actualizarse en cualquier momento y tú debes estar a punto. Sigue con interés el mercado usamericano de los juegos de rol, compra las últimas ediciones y expansiones, y cuando saquen la traducción busca las erratas que te puedan beneficiar.
Ponte a prueba. Coge fichas en blanco y pon en práctica todos tus conocimientos, haz un mago elfo de la muerte de nivel 23; haz un guerrero semiorco de la muerte de nivel 23, acto seguido haz que se enfrenten entre ellos y verás sus virtudes y defectos. Potencia esas virtudes, localiza y elimina los defectos, y vuelta a empezar.
No estás solo. A tu alrededor hay más munchkins como tú, bueno, no están a tu alrededor ya que no acostumbran a salir a la calle, están en sus casas dejándose las pestañas ante un reglamento o delante de las pantallas de sus PCs… ¿Qué quiero decir con eso? Efectivamente, quiero decir que si quieres contactar con ellos debes ir a un buen foro de rol… En los foros es muy fácil localizar a los munchkins (aunque raramente admiten su condición en público, cosas de ser parias sociales). Los munchkins de los foros están dispuestos a compartir su conocimiento y experiencia contigo, posiblemente no te den toda la información porque aún siendo ególatras megalómanos los munchkins son también celosos de sus secretos más oscuros, pero aún así te pueden ayudar bastante. Pregúntales como optimizar tu bárbaro transexual y harán de él una seductora máquina de picar carne. Te darán ideas. Y además podrás practicar la discusión, es muy interesante ver como dos munchkins discuten acerca como aplicar una regla, es como dos perros enormes luchando por un mismo hueso, toma buena nota de sus técnicas y argumentos de debate, pues esas mismas técnicas y argumentos pueden ayudarte cuando te enfrentes a tu máster.
¿ES ÉTICO SER MUNCHKIN?
La respuesta es… Sí, lo es.
Hay muchas creencias provenientes de másters remilgados acerca de lo nefasto que es ser un munchkin, solo son paparruchas. Es un intento patético de contener a la bestia que llevas dentro.
Es mi deber poner las cosas en su sitio, a menudo oiremos tópicos como los que vienen a continuación, iluminemos esos tópicos con la luz de la verdad y la razón.
Los munchkins no interpretan. ¡Y una mierda! El munchkin interpreta lo imprescindible, simplemente no está por florituras, tiene capacidad de sintesis ya que debe reservar sus fuerzas para tareas mayores. Son como Steven Seagal, no abren la boca si no es para decir “muere”, pero interpretar, lo que es interpretar, interpretan, y un montón.
Los munchkins son malos compañeros. ¡Falso! El munchkin simplemente lleva a cabo un tipo de personaje que cuida primero sus intereses haciendo que los objetivos del grupo queden a expensas de que sean comunes a los suyos. ¿Es esto jugar mal a rol? No, esto es puro realismo, y si no venid a mi lugar de trabajo y os lo cuento.
Los munchkins traicionan el espíritu del juego. ¡Al contrario! Justamente lo llevan a sus últimas consecuencias, lo estudian y desarrollan hasta dónde ningún friki sería capaz de llevarlo, el juego está impreso en tinta, y ellos siguen al guión a rajatabla. Utilizan las armas que el señor creador pone en sus manos. Dios creó a la marihuana, el hombre dispone de ella. Gary Gygax inventó el Dungeon, el munchkin saquea y se lleva el tesoro. Es pura poesía.
Parafraseando y mejorando a Rudyard Kipling
Si logras que tus nervios y tu corazón te den un bonus,
aún después de multiclasear repetidamente,
y haces un combo cuando no quede nada,
porque tú lo deseas, lo quieres y mandas.
Si hablas con el máster y le convences de que tienes razón.
Si marchas junto a reyes para rebanarles la cabeza.
Si nadie que te hiera llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman pero no acudes a ninguno.
Si llenas el minuto inolvidable del combate
con ciento cincuenta acciones,
Todo lo de esta Tierra será de tu dominio,
y mucho más aún… ¡Serás un Munchkin, hijo mío!
Ahí queda eso.
Agur